Menu Principal:
Algo de Historia > Hombres Ilustres > Anastasio Bustamante
BUSTAMANTE, ANASTASIO. (1780-1853) Nació en Jiquilpan (Michoacán) en 1780; murió en San Miguel de Allende, Gto., en 1853. Vivió de niño en Tamazula y Zapotlán el Grande. Aun cuando su padre se dedicaba a llevar nieve de los volcanes de Colima a Guadalajara, pudo darle una esmerada educación, de suerte que a los 15 años de edad ingresó al Seminario de Guadalajara, patrocinado por Marcelino Figueroa, cura de Tuxpan. Allí tuvo como condiscípulos, entre otros, a Juan Cayetano Portugal, Diego García Conde y Juan de Dios Cañedo. Concluido el curso de artes, viajó a México para estudiar medicina con el doctor Ligner; presentó un lucido examen ante los miembros del Protomedicato; y pasó después a San Luis Potosí como director del hospital de San Juan de Dios. En 1808, cuando se formaron tropas con motivo de la crisis europea, se incorporó como oficial a un cuerpo de caballería, pero siguió ejerciendo hasta 1810, en que el general Félix María Calleja movilizó esas fuerzas para combatir la revolución iniciada en Dolores. Bustamante participó en todas las acciones del Ejército del Centro. Durante la guerra de Independencia llegó a tener el grado de coronel, aunque con empleo y sueldo de capitán, pues los españoles procuraban así obstaculizar la carrera militar de los mexicanos. El 19 de marzo de 1821, a instancias de Iturbide, proclamó la separación de España en la hacienda de Pantoja, en Valle de Santiago (Guanajuato). Días más tarde, en Guanajuato y por instancias de gente prominente del mismo Valle de Santiago, hizo quitar del exterior de la Alhóndiga de Granaditas los restos de los primeros caudillos insurgentes, colocados allí desde 1811, y mandó sepultarlos en el panteón de San Sebastián. Iturbide lo nombró jefe de todas las caballerías, segundo comandante del Ejército del Centro y miembro de la Junta Gubernativa; y la Regencia, a partir del 28 de septiembre de 1821, mariscal de campo y capitán general de las Provincias Internas de Oriente y Occidente.
En Xichu venció a uno de los cuerpos expedicionarios que pretendieron restablecer el dominio español. A la caída del Imperio, estimuló a Quintanar para que proclamara el sistema federal en Jalisco, por cuya causa estuvo confinado en Acapulco. El presidente Victoria volvió a darle el mando de las provincias internas, cuando ya tenía el grado de general de división. En diciembre de 1828, con motivo del Plan de Perote y la sublevación de La Acordada, el Congreso lo nombró vicepresidente de la República al lado de Vicente Guerrero. Éste tomó posesión el 1° de abril de 1829; pero el 4 de diciembre siguiente, conforme al Plan de Jalapa, Bustamante se levantó contra él y el 1° de enero de 1830 asumió la primera magistratura del país, con el carácter de interino. Esta situación, en cierto modo precaria, lo movió a inhabilitar a Guerrero, a quien el Congreso declaró “imposibilitado para gobernar la República”. Removió a los empleados “contra quienes se había declarado la opinión pública”; creó la policía secreta; persiguió a la prensa; expulsó al ministro norteamericano Poinsett; desterró a Zavala, Alpuche, Zerecero y Gondra; patrocinó el secuestro y el asesinato de su antecesor; provocó el alzamiento de sus adversarios; y simultáneamente incrementó las rentas públicas, protegió a la industria y se atrajo al clero. Le hicieron la oposición legal los diputados Quintana Roo y Cañedo, la legislatura de Jalisco y los estados de Zacatecas y Texas. En enero de 1832 se pronunció la guarnición de Veracruz por el cambio de ministerio (Alamán, Espinosa, Facio y Mangino); los sublevados pidieron a Antonio López de Santa Anna que dirigiera el movimiento; éste tuvo algunos descalabros iniciales, pero aun así la revolución se propagó a Durango, Jalisco y Zacatecas, y al fin los ministros renunciaron. Los sublevados, sin embargo, pidieron entonces el regreso de Manuel Gómez Pedraza, cuya elección fue escamoteada en 1828. Bustamante se separó de la Presidencia el 14 de agosto de 1832, dejó el poder a Melchor Múzquiz y salió a combatir a los rebeldes; los derrotó en el puerto del Gallinero (Dolores Hidalgo, Gto., 17 de septiembre); regresó para detener a Santa Anna, que ya se había apoderado de Puebla; libró con él dos combates y, en la hacienda de Zavaleta (21 a 23 de diciembre), ambos contendientes y Gómez Pedraza, que había vuelto al país el 5 de noviembre, firmaron los convenios por los cuales este último se encargó del poder y convocó a nuevas elecciones. Como parte del plan de pacificación, Bustamante fue desterrado en 1833. En Francia visitó establecimientos médicos y militares. Regresó en diciembre de 1836, llamado por la administración de José Justo Corro, para encargarse de la guerra con Texas; pero el 17 de abril de 1837 el Congreso lo declaró presidente de la República. Exhausto el erario y mermado el ejército por las sublevaciones de los federalistas y por las tropas que combatían a éstos, nada pudo hacer para contener a los norteamericanos. En semejante situación, Francia extremó sus reclamaciones, presentó un ultimátum (21 de marzo de 1838), estableció el bloque de los puertos del golfo de México (16 de abril), concurrió a las fracasadas conferencias de Jalapa (17 al 20 de noviembre) y finalmente declaró la guerra (27 de noviembre de 1838 a 9 de marzo de 1839), la cual se redujo al bombardeo de Ulúa y al desembarque en Veracruz, durante algunas horas, el 5 de diciembre. El conflicto se resolvió con la intervención del encargado de negocios de la Gran Bretaña.
Por ese tiempo el general guatemalteco Miguel Gutiérrez invadió Chiapas. Del 20 de marzo al 18 de julio de 1839, Bustamante se separó de la presidencia para hacer la campaña contra el general José Urrea en Tamaulipas. En esos cuatro meses lo sustituyeron Santa Anna (hasta el 10 de julio) y Nicolás Bravo. Durante su tercer periodo como presidente (hasta el 22 de septiembre de 1841) llegó Angel Calderón de la Barca, primer representante diplomático de España; se arreglaron los límites entre Yucatán y Belice; se firmaron tratados con Bélgica y Baviera; y se reanudaron las relaciones con Estados Unidos. El 15 de julio de 1840, el general Urrea se escapó de la cárcel y logró apoderarse del Palacio Nacional. Bustamante resistió en sus habitaciones y el 16 logró salir, escoltado por 28 dragones. En esa ocasión la artillería destruyó el ángulo suroeste del edificio. Mientras éste se reparaba, el presidente despachó en San Agustín.
Por esos días Yucatán se sublevó y reconoció la independencia de Texas, y ésta amenazó con bloquear los puertos mexicanos si no se garantizaba su autonomía. José María Gutiérrez de Estrada, a su vez, lanzó su primer proyecto de monarquía. Eran motivos de disgusto, entre otros, la amonedación de cobre, el estanco del tabaco, los impuestos especiales para subvenir a los gastos de la guerra contra Texas y Yucatán. Puestos de acuerdo los generales Santa Anna y Paredes, comandantes militares de Veracruz y Jalisco, respectivamente, estalló la rebelión en agosto de 1841. Bustamante dejó el gobierno en manos de Javier Echeverría el 22 de septiembre, y al siguiente día los revolucionarios expidieron las Bases de Tacubaya, que abrieron el camino del poder a Santa Anna. Bustamante marchó a Europa y regresó a México a mediados de 1845 para prestar sus servicios en ocasión de la crisis con Estados Unidos. En 1846, siendo presidente del Congreso, se le nombró general de la expedición que iba a cuidar las Californias, pero regresó de Guadalajara por la falta de recursos. Firmada la paz (1848), sometió a los desafectos en Aguascalientes, Guanajuato y Sierra Gorda. Radicado finalmente en San Miguel y alejado de la política y la milicia, murió a los 72 años de edad. Dejó dispuesto que su corazón reposara junto a las cenizas de Iturbide, en la capilla de San Felipe de Jesús de la capital de la República.