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CAMÉMBARO
MONOGRAFÍA DEL MUNICIPIO DE VALLE DE SANTIAGO, GTO.
EDICIÓN 1935
Por Fulgencio Vargas ©
Agradecimiento especial al Sr. Arturo Ramírez Ruíz
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MUNICIPIO DEL VALLE DE SANTIAGO.
A raíz de la implantación del sistema federal, y de acuerdo con la carta política guanajuatense antes citada, la división administrativa del Estado ajustote a Departamentos, Partidos y Municipalidades, correspondiendo a los segundos el del Valle de Santiago.
Al correr de los años suprimiéronse los Departamentos primitivos (Guanajuato, Celaya, Allende y León) y se crearon, en lugar de los Partidos, los Distritos. Estos, que hasta 1913 fueron en número de treinta y dos, eleváronse a treinta y tres con el del Jaral del Progreso, que había pertenecido como simple municipalidad al del Valle.
Conforme a la Constitución de 1917, desaparecieron los Distritos y sólo quedaron los Municipios en toda la República, siendo cuarenta y cuatro los que integran la división política de la entidad federativa a que me refiero.
La Municipalidad del Valle de Santiago tiene una superficie de 698.89 kilómetros cuadrados y una población de 39,678 habitantes (19,218 hombres y 20,460 mujeres), con densidad de 56.77 por kilómetro cuadrado, según los datos que ministra el censo de 1930.
Tiene por límites: al Norte, los municipios de Huanimaro, Abasolo, Pueblo Nuevo y Salamanca; al Oriente, los de Jaral del Progreso, Salvatierra y Yuriria; al Sur, éste último y Michoacán y al Poniente el mismo Estado.
Tres cordilleras bien señaladas pueden estudiarse en su orografía y en ellas montañas importantes como Cerroblanco , Cahuageo, Mario, Picacho, Las Jícaras, El Tule, Martínez, Cañas; San Vicente, Guantes y Guantecillos; el Borrego, La Torre, Vigilancia, Pegueros, Salitre, Los Gatos y La Barquilla.
Ya he hablado del sistema de volcanes de explosión; réstame decir que pertenecen al municipio de estudio: El Rincón, Parangueo, Santa Rosa, Joyuela, Estrada, La Blanca, Solís, La Alberca, Flores, Zíntora, San Jerónimo y La Magdalena, y que de estas montañas cuatro son cráteres-lagos: Rincón, Parangueo, La Alberca y Zíntora.
En la colección de fotografías que ilustran este trabajo puede apreciarse la magnitud y admirarse la belleza de los cráteres-lagos. En cuanto a los secos, además de su tamaño y pintorescas orillas, debe mencionarse la buena calidad de sus tierras y el esmero con que están cultivadas. Hay humildes habitaciones en el hueco de esas montañas y se ha logrado sorprender a los lugareños en escenas de portentoso colorido.
Respecto a la hidrografía, ya he señalado el río Lerma en una pequeña parte. También cuenta el municipio con los arroyos de El Perico, Chilapa, San Joaquín, Camémbaro y La Presita (estos dos pasan por la cabecera), paredones, Las Cajas, Quiriceo y Pueblo Viejo.
Habiéndole tocado al Valle de Santiago el décimo quinto padrón, conforme al reparto de tierras de que hablé antes, el riego vino a constituir serio problema, que acabó por resolverse satisfactoriamente en esta forma:
“Como ya se había abierto el acueducto desde el Río Grande (el Lerma) para el riego de las tierras de Santiago y de otras de Salamanca, el alcalde de este último lugar, Andrés García de Valencia, ajustó la toma desde la presa de Santa Rita con quince mil pesos producto de cincuenta acciones de a cien pesos cada una. Se dispuso luego a abrir un ramal desde Troncales para La Bolsa, hasta la Hacienda Grande, con el fin de aprovechar las tierras del arroyo de San Antonio, contérmino en los desaguaderos del Brazo, y para estos trabajos el Virrey Mendoza y Luna mandó conducir indios forzados de Ucareo y Taximaroa, que se mantuvieron en la estancia de Valtierra (de Salamanca) con doscientas fanegas de maíz que para el efecto se les situaron”.
Los padres Agustinos dueños de la laguna de Yuriria, se hicieron dueños también de las Haciendas de la Bolsa, San Javier, San Antonio, Guantes y San Rafael, y los carmelitas de Celaya, de las dos de Carmelitas y no siendo suficiente el agua del río, nombraron sus representantes a Fr. Antonio Moreda, los primeros y a Fr. Sebastián Flores los segundos, para comprometerse con los labradores del Valle de Santiago a usar de la laguna; y al efecto, tiraron la correspondiente escritura ante el escribano público don Rafael Ramírez de Arellano, para lo cual quedaron catorce condiciones muy importantes para el repartimiento de los riegos y dimensiones de las tomas o marcos; habiéndose concedido a la Hacienda de la Bolsa el uso de una tercia de vara castellana en cuadro, que se tomaría permanentemente por ser los agustinos los propietarios del agua. Otro convenio semejante, celebrado con la Condesa de Rábago (madre de los generales don Luis y don Pedro Cortazar) y don Pedro Bautista Lascuraín de Retana, hizo que la acequia continuara hasta la hacienda de Guantes, recompensando a dicha señora, dueña de la hacienda Grande, con otra tercia de agua, que disfrutaría en iguales condiciones que la concedida a la Bolsa. El tajo abierto por el General Cortazar (don Luis), antes de 1810, y la construcción de la Presa de Santa Rita, llevada a cabo después de dicho año, dieron ciertos derechos a los labradores de hacienda de la Zanja (hoy Victoria de Cortazar, del Municipio de Jaral del Progreso), derechos que quedaron sancionados en la respectiva escritura”.
Asentada la región en las tierras más fértiles del Bajío, fácil suponer que las producciones son allí variadas, dominando principalmente los cereales. Se cultiva de preferencia el camote, que goza de fama en todo el país, y de poco tiempo a esta parte la caña de azúcar, aunque de inferior calidad a la de Jaral del Progreso.
División territorial: la ciudad, cabecera del municipio; los pueblos de la Magdalena, San Jerónimo y Santa Rosa; las Haciendas de Aróstegui, El Brazo, Carmelitas, Casasblancas, La Compañía, La Gachupina, La Gallega, La Grande, Guantes, San Javier, San José de Parangueo, Parangueo Viejo, Pantoja, Terán, San Vicente, Villadiego y Zíntora; además unos ciento veinte ranchos.
La división anterior en cuanto a fincas rústicas se refiere, no puede considerarse precisa, debido a las distribuciones agrarias de los días que corren, distribuciones que no han llegado todavía a su término y remate definitivos.
Cuenta la municipalidad con regulares caminos carreteros. En tiempo de secas hay servicios de automóviles y camiones de Salamanca e Irapuato, a Jaral del Progreso, Cortazar, Celaya, Huanímaro, Pueblo Nuevo y Yuriria.
Se ha formado un comité “Pro carretera Valle de Santiago- Moroleón”, cuyos trabajos iniciáronse ya con buen éxito. La Carretera una vez concluida, presentará grandes ventajas al comercio y a la agricultura de centros importantes al sur del Estado, y tendrá su entronque con la de Moroleón, Yuriria y Salvatierra, por una parte, y con el camino de Uriangato a Morelia, por la otra.
El entusiasmo que anima a los vallenses por esta clase de obras de positiva y trascendente utilidad, está en perfecta consonancia con otro entusiasmo no menos justo y noble: el de levantar de su larga y penosa postración a la cabecera municipal; postración que se explica perfectamente si se tiene en cuenta la tremenda y prologada crisis mundial, así como la depresión consiguiente a las postreras revoluciones de que ha sido teatro nuestra república.
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